jueves, 12 de octubre de 2017

Las palabras crean mundos. El arte del diálogo en clases



El diálogo es la herramienta de excelencia para cualquier educador que quiera innovar en clases. Es desde el diálogo que se resuelven los problemas, se motiva y es posible generar un proceso de auto-aprendizaje para que alumnos y educadores resuelvan cualquier desafío.
La ontología del lenguaje es una tesis desarrollada por Rafael Echeverría en su libro Ontología del lenguaje, que trata de explicar al ser humano como un ser intrínsecamente lingüístico. La ontología es la rama de la filosofía que se ocupa de estudiar al ente (onto = ente). La característica del ente es… que es.
La tesis fundamental de la ontología del lenguaje es que el ser humano es acción. La acción define como una persona “es”. Por otro lado, afirma esta tesis que el lenguaje es igual a la acción, porque a través de él nos comprometemos, creamos opciones, problemas (o no). El lenguaje abre la posibilidad de tomar conciencia de las acciones y descubrir “quién se es” y también “quien se quiere ser”. Por lógica, entonces, se puede decir que es posible interpretar a una persona a través del lenguaje. Todo aquello que se expresa a través de diálogos crea la realidad en la cual está sumida la persona, ya que el mundo o la realidad, es una interpretación personal. Hay tantos mundos como personas.
El diálogo además de crear la realidad también abre la puerta para transformarla, es por esto que los educadores debemos aprovechar esta herramienta para el aprendizaje. El fin del proceso de enseñanza aprendizaje es una modificación de la realidad de cada estudiante que debe ser inducida por el educador.
Dos caras de lo que expresamos
Cualquier desafío que se diseña en la clase implica una reacción del estudiante que traducida en términos lingüísticos puede derivar en una declaración o un juicio. La declaración es una descripción de la realidad observada, sin opiniones. Ayuda a clarificar el desafío, comprender que se ignora (no se) y a tomar son las acciones necesarias para resolverlo.
El juicio es un acto de lingüistico cuando los acontecimientos no van en línea con lo que se espera. Por ejemplo, los alumnos tienen juicios cuando se presentación en clase los desafíos, problemas, tareas, etc. y no saben cómo resolverlos. Los educadores tenemos juicios todo el tiempo sobre los estudiantes, especialmente con aquellos que no hacen las cosas como queremos.
El juicio tiene una carga de negatividad grande y al expresarse crea realidad. El mundo (mi realidad) se moldea entonces de determinada manera de acuerdo a mi juicio. El juicio conlleva a un proceso complejo donde cada persona analiza lo ocurrido, responsabiliza a alguien o a sí mismo, escarba en el pasado y a un sin fin pensamientos negativos. Pero también es una oportunidad de afrontar los desafíos, de conocerse a uno mismo, evolucionar… es decir aprender.
Para superar los juicios y cambiar la realidad se debe trabajar en el autoconocimiento, autorregulación, el dar y pedir ayuda y la autoestima. Todas estas competencias pueden ser adquiridas en la clase y pueden ayudar a que el estudiante transforme su realidad y aprenda conscientemente. El educador es quien debe guiar al estudiante a través de diálogos direccionados a superar sus propios juicios sobre la realidad o desafíos que se presentan en el proceso enseñanza-aprendizaje. Cualquier cambio de pensamiento que el estudiante verbalice a través del diálogo o toma de conciencia sobre los juicios generará nuevas realidades y acciones positivas en la misma línea.
Herramienta para el educador
Para dominar el arte del diálogo, es decir la ontología del lenguaje, hay que conocer herramientas lingüísticas que ayuden/induzcan a los estudiantes a al autoconocimiento a través de diálogos. La Programación Neurolingüística en su metamodelo del lenguaje explica la complejidad de los procesos implicados en la comunicación y cómo el cerebro humano genera los juicios (vistos en ontología del lenguaje) como respuesta de vivencias previas o para simplificar el proceso de la comunicación. El educador puede valerse del metamodelo para transitar un proceso de diálogo con un alumno y generar las preguntas adecuadas que induzcan al autoconocimiento.
“El educador más que responder preguntas debe aprender a hacerlas…”

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