miércoles, 31 de agosto de 2016

“A este no le da la cabeza”

“A este no le da la cabeza...” En Latinoamérica es una frase típica que se escucha decir a las personas cuando se considera que alguien no tiene capacidades para realizar cierta actividad práctica o intelectual. Confieso que la he escuchado muchas veces en las charlas de pasillo entre varios educadores de las diferentes instituciones educativas en las que trabajo y he reflexionado bastante sobre el tema por años. Mi padre, Ingeniero civil que trabajó por años en realizando obras, decía que el que nace para peón no puede ser capataz. Considero que en educación esta lectura de las capacidades de los alumnos es un tanto limitada si lo que se busca es la calidad y la innovación educativa.
Mi visión es que cada estudiante es único, pero en un aula en particular el educador debe desarrollar un conjunto de competencias que le ayudarán en la vida real. Claro, el menú de las competencias las selecciona el educador de acuerdo a su visión y lectura del contexto y necesidades de los estudiantes. (Leer las competencias página 59)
Pero reitero que absolutamente todos deben hacerlo, independiente de la capacidad de cada quien. Ahora, es cierto que no todos pueden alcanzar el mismo nivel de aprendizaje en cada competencia, porque todos son diferentes. Algunos no podrán, otros les gustará o no, otros les será más fácil de acurdo a la personalidad y se abre un abanico de posibilidades. Pero si acordamos que todas las competencias deben ser desarrolladas, la clave está en que el educador debe desplegar estrategias para que cada alumno llegue a su máximo potencial, independiente de cuál sea su techo. Es decir que cada cual tiene su batería de competencias pero todos tenemos diferentes tamaños (AA, AAA, etc.) y también tenemos un cierto nivel de energía (competencias) pero debemos llegar al 100% con ayuda del educador.

De esta forma la responsabilidad queda del lado del educador que genera las condiciones para que cada uno pueda dar lo mejor de sí. Es decir que no existe más el “A este no le da la cabeza...” sino que se podrían decirse “Logró su máximo potencial”.

Sin duda la máxima estrella de este proceso es el alumno. Pero para entender por qué esto es así, es necesario hacer un ejercicio de prospectiva e imaginarnos quién puede llegar a ser y qué podría alcanzar en el futuro esa persona. Responder esa pregunta de manera positiva cambia las reglas del juego. No es lo mismo compartir la clase con un simple alumno que con uno que descubrirá, por ejemplo, la cura del sida o el cáncer. Entonces el pararse frente a la clase implica una gran responsabilidad y también un gran orgullo, porque cada uno de esos alumnos es un genio en potencia.

miércoles, 24 de agosto de 2016

El lado obscuro del estudiante contemporáneo. ¿Cómo actuar?

Por más que muchas veces los educadores pensamos que somos los responsables absolutos de la educación de los estudiantes esto no es así. Hay una responsabilidad mutua y ambos debemos poner buena voluntad y esfuerzo para que el ciclo de aprendizaje sea exitoso. Reconocer el lado obscuro del estudiante contemporáneo y cómo actuar facilitará el aprendizaje.


No podemos sorprendernos de lo que sucede en el ámbito educativo ni tampoco disociarnos de ello porque es un fiel reflejo de nuestra sociedad, de lo que somos y de las presiones en aumento que cargan los estudiantes. La necesidad de éxito, la falta de cuidado propio, de los demás y del planeta es el modelo que hemos creado y el molde de donde se forjan nuestros estudiantes.
La tecnología, por otro lado, genera cambios a una velocidad que los seres humanos no estamos acostumbrados a manejar e influyen (positiva y negativamente) en nuestras vidas. No podemos entender lo que sucede en la clase porque esperamos que esté alineado al modelo estricto que existía hace unos cuantos años atrás, donde el profesor era el dueño de la clase y los estudiantes le rendían tributo en silencio.
El modelo cambió, no importa si para bien o para mal, sólo cambió. Entonces los educadores debemos necesariamente cambiar y adaptarnos a los tiempos modernos. Esto no significa resignarse a ser maltratado y humillado sino a comprender que los alumnos son seres humanos con las mismas debilidades que uno mismo pero también con el mismo potencial.
Quien entienda las nuevas reglas del juego comprenderá que es posible generar cambios y educar con empatía. El camino no es fácil, pero para esto somos educadores. Entender el lado obscuro del estudiante y desplegar estrategias para actuar en cada caso es un camino a la educación innovadora.
· Furia: Insatisfacción consigo mismo por no poder ser quien quiere o lo que el mundo espera. Esto genera descargas de ira al educador y falta de respeto.
· Soberbia: Sensación de poder sobre el educador y sus propios compañeros de clase. Sentirse más importante que los demás, sentirse importante por saber más o tener más que otros.
· Vanidad: Necesidad de ser admirado y considerado por los demás miembros de la clase.
· Escases: Necesidad de acumular y no compartir.
· Aislamiento: Sentimiento de soledad porque nadie en clase puede entender su pensamiento.
· Instantaneidad: Necesidad de tener todo de forma instantánea que deriva en ansiedad. Tener la nota del examen ya, terminar ya de hacer la práctica, salir afuera ya, etc.
· Extremismo: Falta de reflexión para equilibrar el pensar, sentir y actuar en clase.
· Dominación: Manipular a los demás para obtener lo que se desea en clase.
· Pereza: Falta de interés por realizar las actividades educativas. Tratar de lograr los objetivos con el menor esfuerzo posible.
La estrategia: Primero que nada es fundamental como educador poder identificar y ser consciente de lo que sucede en cada caso. Esto permitirá actuar con serenidad y sabiduría para comprender que todo conflicto es una oportunidad de cambio (Leer artículo) para el alumno y también el educador.
· Acompañar al estudiante y comprenderlo es un proceso que requiere templanza y dedicación, porque es necesario ver más allá del conflicto.
· No se puede ser excesivamente duro pero se debe demostrar firmeza, transitar este camino medio es la clave para superar el problema.
· El diálogo es el medio, pero se debe comprender que todo se debe realizar en tiempo y forma.
· Para ambos, hay que comprender que no es posible avanzar más allá de los límites institucionales, de la clase y la relación.
· Para el educador es una oportunidad para dar ser un ejemplo.
https://www.facebook.com/notes/zoem-innovación-educativa/

miércoles, 17 de agosto de 2016

Innovar en exámenes orales

Los exámenes orales son una instancia de máximo estrés para los estudiantes, por lo tanto es fundamental conocer un método innovador y sus características para que facilite el flujo de conocimientos entre el estudiante y el educador.


Espacio de confianza: Lo primero que el educador debe hacer en este tipo de exámenes en generar un espacio de confianza con el estudiante. Si no se logra este espacio en los primeros minutos, difícilmente el estudiante pueda relajarse y exponer todo lo que sabe realmente. Saludar al estudiante, consultarle cómo se siente o si está nervioso, preguntarle sobre algo que no tenga que ver con el examen, indagar sobre el porqué de la importancia de la evaluación, pedirle ayuda con una tarea en particular, son formas distintas de comenzar una evaluación de estas características. El alumno tiene que comprender que ese espacio es una oportunidad de aprendizaje y para ello el educador debe generar ese clima en el cual ambos son pares y pueden aprender uno de otro.
Poca memorización: El viejo paradigma educativo presiona a los estudiantes a estudiar todo de memoria. En una instancia de examen escrito y con tiempo para pensar puede resultar sencillo pero al ser oral esta forma de estudio no funciona. Por lo tanto el educador debe hacer notar amablemente al estudiante que de nada sirve repetir de memoria y que no se espera eso sino que razone.
Espacio para compartir y aprender: Esta es una oportunidad de aprendizaje no sólo para el alumno sino también para el educador. Ambos comparten conocimiento, experiencias, historias, ejemplos que enriquecen ciclo de aprendizaje y como retroalimentación de este proceso.
Valora lo antes aprendido: El examen oral es una oportunidad para repasar los puntos fundamentales que se han visto en la clase y todo lo aprendido también en otros ámbitos que tienen que ver con la temática. Conexión con la práctica: El examen debe ser entendido como un espacio para comprender como aplicar el conocimiento en la vida diaria. Para esto el educador debe reflexionar con el estudiante y brindarle ejemplos prácticos que anclen conceptos abstractos. Al final de un examen oral innovador la nota no tiene sentido porque lo que cobra importancia es la satisfacción de alumno y educador por transitar un proceso de aprendizaje relevante. Si esto ocurre, la nota final puede ser resultado de la reflexión del propio alumno. Para esto el educador puede hacer preguntas tales como: ¿Qué nota cree que se merece? ¿Qué le hace pensar que se merece esa nota y no otra? ¿Qué puntos usted considera que fueron fuertes/débiles de su examen? ¿Qué hubiera hecho diferente? y como si de un proceso de negociación se tratase, el educador negocia la nota pero es el alumno quien se autoevalúa.