viernes, 7 de julio de 2017

Innovar en educación sin que te echen


Muchos reclaman que la educación debe cambiar, reclaman mayor creatividad, innovación y mayor tecnología en las aulas. La cuestión es que toda la presión termina por recaer en el educador, que debe implementar cambios en medio del desconcierto generalizado de rumbo educativo. Dentro del abanico de opciones que un educador puede tomar en esta realidad hay dos rumbos bien marcados. El primero es el de los tradicionalistas, que creen que no es necesario ningún cambio. Estos educadores habitualmente se quejan de lo mal que estamos en los niveles educativos, que los alumnos ya no respetan y que todo tiempo pasado fue mejor. Se sienten más seguros en las clases magistrales, donde no vuela ni una mosca y donde el educador debe saber absolutamente todos los aspectos del tema para tener el control total en el aula.
Por otro lado los entusiastas de la innovación educativa que buscan constantemente aprender y aplicar nuevos métodos, herramientas y tecnologías en el aula. Muchas veces son vistos como demasiado entusiastas, exagerados y poco entendido por los colegas. Este innovador es percibido en ocasiones por la dirección como una molestia porque suele traspasar los límites de lo conocido y estable. En cambio con los alumnos si existe una conexión especial, un lazo que se va afianzando pero que para crecer demanda afrontar mayores riesgos en un sistema anticuado.
Parecería que el segundo caso es el perfil que se necesita para crear cambios en el modelo educativo pero no es así. Los mayores avances en las instituciones se dan con aquellas personas que se mantienen en la línea de los límites institucionales, justo al centro. Desde esa posición se puede observar el lado donde se es tradicionalista y el lado donde se es innovador. La clave está en cómo moverse hacia un lado y hacia otro dependiendo del contexto y de las oportunidades pero siempre volviendo al punto medio. Cualquier exageración hacia los extremos es negativa.
Es decir que se debe “estresar” a la organización en el momento justo, cuando se dan las condiciones exactas para la innovación. Ese momento puede ser:
  • Cuando se produce una acción ganar-ganar con la institución, se benefician todos los involucrados.
  • Con el apoyo/petición de la dirección
  • Con el apoyo de un conjunto de colegas que legitiman la acción ante la institución
  • Por pedido/reclamo de los estudiantes
  • Por razones obvias que surgen del contexto. (Ejemplo: si los alumnos no pueden llegar a la institución por “x” razón, es un oportunidad para usar videoconferencia...)

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